ABSORTA FELICIDAD

—¿Quién ama más?(callé después).
Solo mi álter ego era el culpable
de tal pregunta.

No supe desarrollar una respuesta
contundente ni veloz,
palpitantes mis ideas vaciaron
mi sapiencia, detestaba
esta pregunta y a la vez
mostraba gratitud por la gran
visión de mi realidad.


Recordaba si podía sus bellos
ojos, sus parpados pesados me
ocultaban su mirada.

No encontraba sustentos 
ni actitud de bonanza,
tampoco deshacían mentiras
mis acciones pasadas,
caí de pronto en la lontananza.

II

(Suprimí mis fantasías y deseos
aislados)

Estás equivocado—.
Mi álter ego tuvo piedad de mí,
volcó mi espíritu e hizo
del realismo mi condición
más sátira.

Algún destello y otros ruidos
sobrecogieron mis hombros,
sus cabellos largos; me acerqué,
los ojos sepia brillaron sobre
mí.

La misericordia céntrica
y mi consciencia ya con calma
regresaron a mí respuestas
vacilantes,
pero ciertas, por un momento
la histeria me superó.

Yo por mi parte
ahora sonrío.

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