I
O perder el miedo por lo nuevo,
acomplejarse después de los sentimientos
e imaginar al corazón en pleno vuelo.
Enamorarse es confundirse en secreto,
soportar la duda y continuar viviendo,
llorar mientras canto, oponerme al deseo
de volverme charlatán de mis propias quimeras.
Golpear en la penumbra con mis silencios,
alejarme distante, presentarme ante el fuego
de torturas u holocaustos que rodearon mi
mente, o algún recuerdo supo matar.
Enamorarse es la intención más vana,
carente de realidad y suprema humana,
es avanzar al vacío y confiar en pasaportes
que la nada os anima a recoger de sí misma.
Es pervertir los sentidos sin excitaciones
y rozar en secretos de los árboles, sus palmeras
rosa y agitar con brío las ramas incrustadas
a fuerza en su tronco redondo
cruzado en los terrenos y espacios ocupados
por mi propio estío.
Enamorarse puede confundirse
con la imitación del ciego en su ruina
aunque pertenece a la ceguera dispuesta
de un engaño aceptado, color oscuro
de lo complejo
aún viviendo o muriendo, aguantando
el dolor o capricho de mis deseos,
suplantados en las retinas
o en mis huellas dactilares.
Enamorarse me lleva a pensar, morir
mientras pienso y amar cuando mis
memorias pierdo. Las almas exentas
de terror se pierden sin amor.
Enamorarse es para mí difícil en
tiempos de descanso, y yo descansar
ya no quiero.
II
Me he condenado, vacié mis placeres
y encontrados éstos planee eliminarlos
dejando las luces de satélites corpóreos
en la habitación infinita
de mis pensamientos inútiles
y sus rocas caídas.
Suelo gustar de las atenciones
de una pregunta mental
o de un razonamiento irrefutable.
El amor me sonsaca de mis habilidades,
convierte mi forma en la sombra gigantesca
de mis pesadillas en los
miedos espirituales, naturales y complejos.
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