POEMA ENCONTRADO

Crecen los latidos
como quejidos pausados, sin sentido.

El placer de vibraciones
en períodos de diástole (o sístole), corrupción
del sentimiento sempiterno,
de un corazón rendido, soportable
por mi pecho.


Crecen los latidos;
dudo sean míos.

Se pierden onomatopeyas
después de las pausas en mi propio
silencio. Repasa mi barbilla cerca del cuello,
un viento que se cuela,
directriz que ahora niego,
temeré encontrarme en el camino
de otro, en su poema ahora escrito

pensado también
y a veces imaginado, con dudas
y rastros de mi antojo, o exceso
sobrehumano.

Crecen los latidos
en mi alma, mientras sigo pensando
cuándo aprendí a escribir
tan solo las páginas tanteando
(páginas vacías)
y en mi alma desprendida
de ánimos soñados.

Crecen los latidos chillantes,
de alguien perdido, de mi corazón
que reconozco no quiere ser mío.

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